18 agosto, 2005

La Caja Boba

Hay que ver lo que cambian las cosas...

Cuando era más pequeña (de eso hará unos 7 u 8 años), recuerdo que las tardes de televisión eran "tardes para niños". Recuerdo que yo llegaba del colegio sobre las 18:30 (sí, cuatro días a la semana), me duchaba, hacía la tarea y me ponía a ver la tele. Es decir, hasta las 9 de la noche tenía dibujitos asegurados. Por supuesto, eso no sólo era en la 2, también era en la 1, la 3 o la 5. ¿Y dónde metemos los programas de cotilleos y las telenovelas? En la "sesión de tarde", de 4 a 6. Combinación perfecta para cinco días de la semana. ¿Y el sábado y el domingo? ¡Era genial! Desde las 7 de la mañana hasta las 12 sesión ininterrumpida de dibujitos.

Ahora, ahora las cosas son bastante distintas. Ya no tengo colegio por las tardes, pero tengo que estudiar el doble. Ahora tenemos "horario infantil", pero los dibujos animados sólo se ven en la propaganda y en los anuncios. A cambio, tenemos un gran surtido de programas del corazón y prensa rosa donde los "mayores" van a insultarse y a criticar a otros "mayores" que les estarán viendo desde su casa y que llamarán para quejarse y la rueda seguirá rodando. Para buscar algo de dibujitos una tiene que irse al "Canal Cádiz", fantástico canal donde tienes que descifrar lo que dicen los dibujitos y asociarlo con sus movimientos ya que apenas se ve, pero ¡oye! algo es algo, ¿no? ¿Y las telenovelas? Ahora ellas ocupan todo el "horario de tarde" de 4 a 6 y el resto, los programas ya mencionados. ¿Y los niños? Todos los días, de 7 a 9 (10, como máximo), ya que los educadores que pensaron eso del "horario infantil" imaginaron que los niños a esa hora ya estarían en la escuela. Los fines de semana, la misma historia: cuando no hay motos, hay coches, y si no, algún Zapping horroroso que recuerdan las anécdotas del año 94.

Así es nuestra televisión para los más pequeños, dignos de un "ayer y hoy". Creo que me vuelvo a "El País de las Maravillas", donde no existen los telediarios, ni los programas del corazón, ni las telenovelas y puedo seguir soñando con la utopía de un mundo mejor.

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